Recuerdo
urgente de Arthur Zyguelboim
Eliahu Toker, Memoria Activa, 12 may. 2003
Somos una generación atravesada
de cicatrices. Hace un par de semanas recordamos
el Día de la Shoá, el día
del Holocausto. Qusiera traer hoy a Memoria
Activa el recuerdo de un hombre singular vinculado
en aquellos días al compromiso, es decir,
vinculado al espíritu de esta plaza
de la memoria, de la responsabilidad y de la
dignidad.
Su nombre era Arthur Zyguelboim,
uno de los líderes del partido socialista
judío Bund en la Polonia
anterior al estallido de la Segunda Guerra
Mundial. Como recordarán,
cuando las tropas alemanas invadieron Varsovia,
impusieron a la numerosa población
judía de esa ciudad la constitución
de un Consejo Judío
conformado por líderes de la comunidad,
un Iudnrat, cuyo rol sería
hacerse cargo de que se cumplan las sucesivas
imposiciones nazis. Y una de las primeras imposiciones
nazis a ese Iudnrat fue que se hiciese cargo
de organizar y dirigir el voluntario ingreso
de todos los judíos de esa ciudad y
sus suburbios, a un recinto cercado por altos
muros, un ghetto, el tristemente célebre
Ghetto de Varsovia.
Arthur Zyguelboim, integraba
ese primer Iudnrat de Varsovia como representante
del Bund. Entre paréntesis,
la generalización demonizó y
maldijo el término Iudnrat,
por más que no todos los consejos judíos
de los ghettos fueran iguales y por más
que algunos de ellos dieran pruebas de verdadero
compromiso y heroísmo. Pero volviendo
a lo nuestro, como reacción a la orden
nazi de que el Iudnrat de Varsovia, del que él
formaba parte, dirigiese y supervisase el
voluntario encierro de los judíos, Arthur
Zyguelboim, en un inflamado discurso ante sus
colegas primero y en una plaza ante la población
judía varsoviana después, reclamó que
de ninguna manera fuesen los judíos
a encerrarse voluntariamente entre los muros
de un ghetto.
Cuando el resto del Consejo
Judío decidió acatar la orden nazi, Zyguelboim renunció al
Iudnrat y presionado por su partido, salió del territorio ocupado y
se radicó en Londres integrado al gobierno polaco en el exilio.
Su obsesión allí era
alertar al mundo acerca de lo que estaba ocurriendo con los judíos en
Europa y exigir una reacción que detuviese la multimillonaria masacre
que en esos mismos momentos estaba siendo ejecutada. Para comprobar cuál
era realmente la situación, la dirección londinense del gobierno
polaco en el exilio envió a Polonia a Jan Karski, en calidad de correo
secreto. En octubre de 1942 entró Jan Karski clandestinamente a Varsovia
entrevistando allí a dirigentes de lo que quedaba de la comunidad judía.
A su vuelta a Londres ratificó Jan Karski todo lo relatado por Zyguelboim.
Traía además un mensaje de los judíos polacos. Estos exigían
que sus líderes en el mundo libre se dirigiesen a las agencias noticiosas
y a los entes gubernamentales ingleses y americanos, demandándoles garantías
de que harían lo posible por salvar lo que quedaba aún del judaísmo
europeo; y también, si hiciese falta para presionar a los gobiernos
y a los medios, los judíos polacos exigían que esos líderes
del mundo libre declaren una huelga de hambre, dejándose morir llegado
el caso, con tal de sacudir la indiferencia del mundo y movilizar su conciencia.
¿Qué hubiese
sucedido si los judíos de Varsovia se hubiesen negado a entrar voluntariamente
al ghetto? ¿Qué hubiese sucedido si los líderes judíos
del mundo libre hubiesen declarado entonces una masiva huelga de hambre para
forzar a los gobiernos aliados a salir de su indolencia asesina?
No podemos saberlo, pero lo
cierto es que nada de eso sucedió. Y cuando en abril del ‘43 se
supo del Levantamiento del Ghetto de Varsovia, ahogado por la brutal represión
nazi, sin que hubiese reacción alguna de los gobiernos del mundo, en
repudio y protesta decidió Arthur Zyguelboim quitarse la vida. Lo hizo
allí, en Londres, a los 49 años, el 12 de mayo de 1943, hacen
hoy exactamente sesenta años. En su carta de despedida decía,
entre otras cosas:
No
puedo guardar silencio. No puedo seguir viviendo
mientras los restos de la población
judía de Polonia, de los que soy un
representante, están pereciendo. Mis
amigos del ghetto de Varsovia murieron con
las armas en la mano en una última
y heroica batalla. No fue mi destino morir
junto con ellos, pero les pertenezco. Con
mi muerte quiero lanzar mi última
protesta contra la pasividad con que el mundo
está contemplando y permitiendo el
exterminio del pueblo judío.
Mi
vida pertenece al pueblo judío de
Polonia y, por lo tanto, a él la ofrendo.
Deseo que el puñado que queda, de
los tantos millones de judíos polacos,
puedan sobrevivir para ver junto con el pueblo
polaco, la liberación que transforme
a ese país en un mundo de libertad,
justicia y socialismo. Creo que surgirá esa
Polonia y que advendrá un mundo así.
Digo adiós a todos y a todo cuanto
amé.
Arthur Zyguelboim
Estoy
muy lejos de poder ni de querer juzgar a la
población judía de Varsovia o ese
primer Iudnrat, porque no sé cómo
hubiese obrado uno mismo allí, en esa
circunstancia. Pero creo sí que algo
aprendimos de la historia, y creo que Memoria
Activa constituye el ejemplo de ese aprendizaje:
Un conjunto de judíos que en una situación
crítica no aceptó encerrarse
en su ghetto, salió a la calle y sigue
en la calle todavía, reclamando en voz
alta, de igual a igual, su derecho ciudadano
judío y argentino, a la verdad, a la
igualdad, a la memoria y a la justicia.